Esta mañana un atrevido me dijo
con cierto tono de reproche: “Los uruguayos tiene cuatro apodos para todos: el
gordo, el flaco, el negro y el pelado”. Creo que se siente preocupado porque
pronto será juzgado por un equipo entero de yoruguas ansiosos por bautizarlo
con su merecido apodo después de un rápido juicio. Yo le digo “tranqui Krusty,
como mucho te llevarás el de flaco o rulo”. Creo que el “flaco” le hace hasta
un poquito de ilusión.
Es una actividad muy común entre los charrúas
la de ponerle apodos a la gente, digamos que es algo tan natural como
involuntario y aunque muchas veces se disfruta y otras se hace con mala leche,
es parte de nuestra cultura. La mayoría de los apodos surgen como alias en
relación a nuestro nombre, en relación a nuestra apariencia física, o alguna
cualidad de nuestra personalidad, muchas veces incluso pueden surgir de alguna
anécdota de nuestra vida que acaba sentenciándonos para siempre. Yo de éstas
tengo un rato.
Voy a empezar por la anécdota
más antigua que recuerdo en la que recibí el apodo que con orgullo llevo hasta
la fecha. El día que me empecé a llamar Karancha. Éramos chicas, (hace más de
20 años) y jugábamos en el terreno del fondo de casa que papá había puesto unas
hamacas (columpios). Eran como las de las placitas, las típicas que tienen
varias partes: dos columpios, un trapecio, un columpio para dos, etc. El juego
consistía en cruzar desde un columpio a otro sin pisar el suelo, que se suponía
que era un mar de lava. Nosotras éramos piratas que teníamos que conquistar
otros barcos (éstos eran los columpios) y entonces nos pusimos nombres: a ella,
que se llama Victoria, la llamé "Vickinga", y a mí (que me llamo Karen…) ella me
puso "Karancha". Luego Karancha derivó en Karanchita y bueno, muchas otras.
En la escuela me vi sometida a
muchos apodos. El primero que recuerdo y que, por suerte, no condicionó mi prematura
adolescencia pero me convirtió por un tiempo en el hazmerreír de mi clase, fue
un apodo que me puso una profesora de educación física sin ella misma darse cuenta
de cómo acababa de sentenciarme: “¡Karen! ¡Dobla esas rodillas que corres como
un pato!”…pato!...pato!...to!...o!... (Eco). Ya está. No hizo falta más. Todos
la escucharon, no había lugar para el error. El resto de mis días en el
instituto pasé a ser “Pato jajaja”. Porque a los niños les hacen gracia los
apodos, sobre todo si al afectado no le hace gracia, cuanta menos, más.
No recuerdo bien si fue en la
escuela o en el instituto pero hubo una época en la que se puso de moda meterse
con mi nombre y se inventaban apodos que acababan sin tener nada que ver
conmigo o con mi nombre pero era divertido. Para ellos. Algunos de esos apodos
eran “carreta”, ”carretilla”, luego las cosas empeoraron cuando empezaron a
meterse con mi apellido (Bentancur) y surgían palabras como “bentanculo”, “bentamelculo”,
y otras cosas con “culo”.
A medida que fuimos creciendo y
todos empezaron a darse cuenta de que yo ya no crecería más, empezaron a
llamarme “peti”, “petisa”, “peque”, “chiquitita”, “enana”, “amiga de bolsillo”, "petisita culona",
“inspector de sócalo”, “carpintero pobre” (porque no tiene 1 metro), “amormini”,
“¿por qué eres tan mini?”, etcéteras.
También siempre he sido “gorda”, o “gordi”, “negra” o “negri”, para mis amigos
y papás. También algunos de mis amigos me llaman “mona” o “monísima”. Para mi
mamá soy “chanchis” o “chanchita”, supongo que será por la nariz… También para
Jessi fui “vaca”, “karebro” o “jaka”. Ahora que recuerdo hubo una época en la
que me llamaban “Margarita”, como la vaca del primer gran hermano argentino y
mis abuelos me llamaban “el pollito bebé”, porque hay que apagarle la luz para
que deje de comer. Sí, hubo una época en la que comí mucho. Para mis tíos siempre
fui “la Lore”, que más que un apodo es mi segundo nombre pero solo lo usaban
ellos y “Karen DiCaprio” porque era su fan número uno =) Nota: Cumplimos años
el mismo día =). Para mis hermanitas soy simplemente “Ka” y también para la
mayoría de mis amigos. Y bueno, seguro
que me dejo unos cuantos, pero los más actuales y a partir de mi nuevo pelo
rapado que ya todos conocen, soy “la pelada” o “carlitos”.
Aunque siempre seré "Karanchita". Pa’ servirles!
Recuerdo de nuestra infancia =) Jessinky y Karebro. Te quiero pendeja!!