viernes, 13 de diciembre de 2013

Washington Sarlanga Sasarasa


Esta mañana un atrevido me dijo con cierto tono de reproche: “Los uruguayos tiene cuatro apodos para todos: el gordo, el flaco, el negro y el pelado”. Creo que se siente preocupado porque pronto será juzgado por un equipo entero de yoruguas ansiosos por bautizarlo con su merecido apodo después de un rápido juicio. Yo le digo “tranqui Krusty, como mucho te llevarás el de flaco o rulo”. Creo que el “flaco” le hace hasta un poquito de ilusión.
 Es una actividad muy común entre los charrúas la de ponerle apodos a la gente, digamos que es algo tan natural como involuntario y aunque muchas veces se disfruta y otras se hace con mala leche, es parte de nuestra cultura. La mayoría de los apodos surgen como alias en relación a nuestro nombre, en relación a nuestra apariencia física, o alguna cualidad de nuestra personalidad, muchas veces incluso pueden surgir de alguna anécdota de nuestra vida que acaba sentenciándonos para siempre. Yo de éstas tengo un rato.
Voy a empezar por la anécdota más antigua que recuerdo en la que recibí el apodo que con orgullo llevo hasta la fecha. El día que me empecé a llamar Karancha. Éramos chicas, (hace más de 20 años) y jugábamos en el terreno del fondo de casa que papá había puesto unas hamacas (columpios). Eran como las de las placitas, las típicas que tienen varias partes: dos columpios, un trapecio, un columpio para dos, etc. El juego consistía en cruzar desde un columpio a otro sin pisar el suelo, que se suponía que era un mar de lava. Nosotras éramos piratas que teníamos que conquistar otros barcos (éstos eran los columpios) y entonces nos pusimos nombres: a ella, que se llama Victoria, la llamé "Vickinga", y a mí (que me llamo Karen…) ella me puso "Karancha". Luego Karancha derivó en Karanchita y bueno, muchas otras.  
En la escuela me vi sometida a muchos apodos. El primero que recuerdo y que, por suerte, no condicionó mi prematura adolescencia pero me convirtió por un tiempo en el hazmerreír de mi clase, fue un apodo que me puso una profesora de educación física sin ella misma darse cuenta de cómo acababa de sentenciarme: “¡Karen! ¡Dobla esas rodillas que corres como un pato!”…pato!...pato!...to!...o!... (Eco). Ya está. No hizo falta más. Todos la escucharon, no había lugar para el error. El resto de mis días en el instituto pasé a ser “Pato jajaja”. Porque a los niños les hacen gracia los apodos, sobre todo si al afectado no le hace gracia, cuanta menos, más.
No recuerdo bien si fue en la escuela o en el instituto pero hubo una época en la que se puso de moda meterse con mi nombre y se inventaban apodos que acababan sin tener nada que ver conmigo o con mi nombre pero era divertido. Para ellos. Algunos de esos apodos eran “carreta”, ”carretilla”, luego las cosas empeoraron cuando empezaron a meterse con mi apellido (Bentancur) y surgían palabras como “bentanculo”, “bentamelculo”, y otras cosas con “culo”.
A medida que fuimos creciendo y todos empezaron a darse cuenta de que yo ya no crecería más, empezaron a llamarme “peti”, “petisa”, “peque”, “chiquitita”, “enana”, “amiga de bolsillo”, "petisita culona", “inspector de sócalo”, “carpintero pobre” (porque no tiene 1 metro), “amormini”, “¿por qué eres tan mini?”,  etcéteras. También siempre he sido “gorda”, o “gordi”, “negra” o “negri”, para mis amigos y papás. También algunos de mis amigos me llaman “mona” o “monísima”. Para mi mamá soy “chanchis” o “chanchita”, supongo que será por la nariz… También para Jessi fui “vaca”, “karebro” o “jaka”. Ahora que recuerdo hubo una época en la que me llamaban “Margarita”, como la vaca del primer gran hermano argentino y mis abuelos me llamaban “el pollito bebé”, porque hay que apagarle la luz para que deje de comer. Sí, hubo una época en la que comí mucho. Para mis tíos siempre fui “la Lore”, que más que un apodo es mi segundo nombre pero solo lo usaban ellos y “Karen DiCaprio” porque era su fan número uno =) Nota: Cumplimos años el mismo día =). Para mis hermanitas soy simplemente “Ka” y también para la mayoría de mis amigos.  Y bueno, seguro que me dejo unos cuantos, pero los más actuales y a partir de mi nuevo pelo rapado que ya todos conocen, soy “la pelada” o “carlitos”.
Aunque siempre seré "Karanchita". Pa’ servirles!


 


Recuerdo de nuestra infancia =) Jessinky y Karebro. Te quiero pendeja!!


2 comentarios:

  1. jaja que bueno "karancha" que es el apodo al que corresponde la época en que nos conocimos, jeje. Siempre un placer leerte. Besitos

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    1. Jeje sí negri! Qué recuerdos! Todavía me llaman así ^^

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