lunes, 22 de diciembre de 2014

If you don't succeed at first, try again!

Me hubiera gustado anunciarlo hace dos meses a ritmo de trompetas, bailando un candombe y con pedos de colores pero la verdad es que este trabajo me quita mucho tiempo.
Sí señores, por fin llegó mi momento, después de tantos años, tantos esfuerzos, tantos trabajos de mierda, por fin llegó mi momento. Después de tanta publicidad, tanto trabajar los findes, tanto no tener vacaciones, tanto no acabar nunca de formarme, por fin llegó el momento de vivir de lo que me gusta. Y no estoy hablando de sexo. Por fin conseguí trabajo como profe de inglés.
Pero hoy no estoy aquí para hablar de eso. Ustedes se preguntarán qué puede ser más importante hoy en día que tener trabajo. La verdad es que tener trabajo está guay, y poder empezar a trabajar en el mundo de la educación es para mí un sueño, pero hoy quiero compartir con ustedes un sueño más grande y más viejo que está empezando a volverse realidad.
Sensaciones similares a esta tuve cuando aprendí a manejar, cosa que me parecía casi imposible (hay testigos) y sin embargo mírenme ahora… je, Karanchita Alonso en su Poderoso. También sentí algo así cuando dejé de fumar hace casi dos años y cuando hace casi tres aterricé en Corea del Sur marcando el inicio de una nueva etapa en mi vida. Y en una medida menos intensa experimenté algo parecido cuando me rapé la cabeza por primera vez.
Pero hay una meta en mi vida que está por encima de todas esas nimiedades. Hay algo que me ha perturbado durante casi 30 años, algo que he estado buscando y a la vez evitando. Un miedo y un sueño. Una responsabilidad y una satisfacción. Si hay algo más grande que todo eso, es la vergüenza y el orgullo de por fin, aprender a nadar.
No quiero hacer spoiler porque seguro que quieren venir a verme a la piscina, pero puedo adelantar que lo estoy haciendo de puta madre. El instructor me dijo que se me da muy bien. Se ve que los intentos fallidos durante tantos años de familiares y amigos por enseñarme comienzan a dar sus frutos.
¡Se acabó eso de quedarme en la orilla cuidando las mochilas! Se acabó el no meterme al agua sin mi pack de aletas-snorkel-gafas-tabla-de-hipopótamo+amigo-socorrista. Ya van a ver este verano ¡qué sirena!
Recuerdo que hace unos cuantos años intenté apuntarme a natación por primera vez, pero cuando llegué al polideportivo toda contenta con mi bañador azul (que conservo y uso hoy), mis gafitas y gorrito, resultó que el curso era de entrenamiento y no de iniciación. Aun así me dejaron quedarme para ver qué podía hacer pero la ilusión duró muy poco. Salí del agua enseguida y me fui a casa toda triste, con la ilusión perdida y rota que duró hasta hace poco.
¡Por fin se acabó el miedo a morir cada día de lluvia! ¡Por fin tengo la opción de llegar a Uruguay por agua! ¡Ni las medusas van a poder conmigo! Aunque por si acaso, prefiero no provocarlas…


Antes de cerrar este post quería mandar un saludo a dos alumnas que me leen de vez en cuando y se ríen conmigo. O de mí. Thanks Paula and Amparo! 


No hay comentarios:

Publicar un comentario