25 años más tarde he juntado el
coraje necesario para contar esta historia. Se trata de una historia basada en
hechos reales de mi infancia. Por respeto a las víctimas, se conservarán los
nombres auténticos de los personajes.
Si bien no recuerdo exactamente
cómo empezó todo, jamás olvidaré el día del incidente: el día que me provocaría
un bloqueo o tal vez una obsesión, el nacimiento de mi mayor miedo y que me
condicionaría hasta hoy. O tal vez ya no.
Si es un trauma infantil pero te
dura hasta los 30, ¿se sigue considerando “infantil”? ¿O “pelotudo”? No sé,
nunca me importó, yo siempre tuve miedo de verdad. Bueno, menos al principio.
¿Se acuerdan de los VHS?
¿Ustedes también grababan las películas de la tele? Recuerdo que antes del
incidente, con 5 o 6 años yo tenía el hobby de grabar las pelis de la tele y
luego las veía hasta el aburrimiento, me las sabía de memoria. Me acuerdo
concretamente de dos: Caminante Lunar, la de Michael Jackson y E.T.
Yo no sé si por esa época E.T.
se había puesto de moda o algo pero recuerdo que a todos nos encantaba y que un
día, en un puestito de la feria de Tristán Narvaja, en la puerta de la casa del
abuelo, mamá nos compró a mi primo Ruben y a mí, un muñequito de E.T. Re
contentos estábamos con el muñeco al principio, pero más adelante, como todo
niño, uno se desencanta o simplemente lo abandona en el olvido. Olvido que se
sacudió el polvo de manera bien violenta poco después para reaparecer de
repente y dejarme toda traumadita. Resulta que una tarde fuimos a casa de mi
primo y como siempre, nos pusimos a jugar al escondite. A Ruben le tocaba
esconderse y a mí me tocaba buscar. Busqué por todos lados, por el baño, la
cocina, el salón, el cuarto… debajo de la cama… y allí estaba: la cabeza de su
E.T. tirada en el suelo separada de su cuerpo. Se ve que el perro lo habría
agarrado para jugar y lo hizo mierda. Y se ve que a mí también me hizo mierda.
Según mis cálculos, es a partir
de este incidente cuando comienza mi miedo hacia E.T. y a partir de ese momento
mi objetivo de deshacerme de mi muñeco de plástico. Pero para mí no era
suficiente con deshacerme de él, tampoco podía escuchar su nombre, ver un
poster, un fotograma, escuchar la música de la peli ni nada. Y por supuesto,
por las noches soñaba con la imagen del primer contacto y los caramelos, que,
por cierto, hasta ahora era lo único que recordaba de la película.
Han sido muchos años evitando el
tema y poniéndome seria, hasta que un día, por casualidad en una tienda vi que
tenían la película de oferta y decidí comprarla. Tenía que pasar mucho tiempo
hasta querer verla pero al menos ya había dado el primer paso.
Y la semana pasada di el paso
definitivo. Era domingo por la tarde, ya estábamos en pijama y planeando
tirarnos en el sofá a ver una peli. Íbamos a ver El viaje de Chihiro pero de pronto me di cuenta de que era el
momento perfecto para afrontar mi peor miedo. Dicho así nunca parece un buen
momento, pero lo era, aunque dudé. Lo mencioné medio como de paso con voz
flojita y luego enseguida me arrepentí pero entonces Manu no lo pudo permitir y
se fue corriendo a preparar un montón de aperitivos para la felicidad: palomitas,
olivas, cervezas, etc. Cuando volvió al salón solo se me veían los ojos dentro
de la manta, pero ¿para qué más? Era todo lo que hacía falta.
DALE AL PLAY…
Tremenda pelotuda, ¿a esa
boludés le tenía miedo? No entiendo cómo tardé tanto en volver a verla, en
finnnn. Supongo que un poco era lo que me quedaba de la infancia y a lo que realmente
tenía miedo era a desprenderme de esa sensación. Bienvenida a la vida adulta.
Ya soy mayor.